No. Publicación: 3
Clasificación: 1.ª semestral 2017
Las estructuras en las que se desarrolla nuestra convivencia cotidiana contienen y promueven diversas formas de violencia, equivalentes a relaciones injustas que afectan a los grupos más excluidos: quienes sufren la humillación sistemática, la falta de accesos y la insatisfacción de necesidades básicas que derivan en condiciones de marginación y pobreza sobre un contexto de injusticia. (García-Gonzalez, 2016).
Ser niña en México es un peligro. En todo el país se calcula que siete mujeres son asesinadas cada día (El país, 2017). Las mujeres y las niñas son y temen ser objeto de las distintas manifestaciones de violencia, desde comentarios sexuales no deseados y manoseos, hasta violaciones y femicidios. Ocurre en la calle, en el transporte público, la escuela y el lugar de trabajo y sus inmediaciones; en el parque, en las instalaciones de saneamiento público y en los puntos de distribución de agua y alimentos (ONU, 2017).
La violencia hacia las mujeres ha sido y sigue siendo, en gran medida, un tipo de violencia que no se considera y es por tanto, invisible. La muerte de mujeres a manos de su cónyuge o pareja, el maltrato, la descalificación, la vulneración de su libertad o de sus derechos, la subordinación de sus capacidades como ser humano y muchas otras restricciones, han sido parte de una normalidad que merece ser considerada patológica. (Magallón, 2005)
En la actualidad para la población en general pero especialmente para la mujeres, poder gozar de ciudades seguras se ha tornado casi una utopía por los altos índices de violencia. Distintos planes y programas se han desarrollado para erradicar la violencia en México, la cual ha llegado a convertirse en un cáncer social para los mexicanos. La realidad actual social requiere una transformación radical de las políticas públicas. (Innerarity, 2012)
La problemática de la violencia en todas sus formas está vinculada con los derechos humanos y se ha convertido en un tema toral en la agenda tanto nacional como internacional. De esa manera el reconocimiento, promoción, ejercicio y protección de los derechos humanos, busca garantizar capacidades imprescindibles para el desarrollo y alcance de una vida segura y digna. (Romano, 2017)
La seguridad es un derecho humano llamado de cuarta generación, tanto de los individuos como de las comunidades. En este sentido, la seguridad no es sólo un valor jurídico, normativo o político, sino también social, pues es la base del bien común de las sociedades y facilita el desarrollo equitativo y justo de todos sus integrantes. La seguridad es uno de los pilares del buen gobierno y está en la base de la libertad y la igualdad para el desarrollo pleno y equitativo de las personas. (UN HABITAT, 2009)
La violencia, según Johan Galtung, tiene diversos rostros: la violencia directa, la cultural y la estructural. Mediante un modelo triangular, Galtung explica cómo todas estas violencias interaccionan y se realimentan entre sí. La violencia estructural y la violencia cultural, además de ser violencias, reproducen la violencia al reproducirse a sí mismas y constituir la base de la violencia directa. (Magallón, 2005)
El término violencia estructural es aplicable en aquellas situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad). (La Parra, 2003) Por su parte, la violencia cultural se refiere a los aspectos propios de una cultura que son utilizados para legitimar la violencia directa o estructural. Así pues, la violencia simbólica o cultural trata de formas de daño que se expresan en las mentalidades, las creencias y los valores, modos de pensar y de dirigir las acciones que suelen convertirse en “sentidos comunes” que invitan a la violencia directa e intentan legitimar la violencia estructural. El racismo, el machismo, la homofobia y el odio religioso son formas de violencia simbólica que producen muerte y destruyen el tejido social. (Gamio, 2017)
El machismo como aspecto muy arraigado de la cultura, es parte de la violencia invisible en la población mexicana, lo cual ha llevado a que se acepten como “naturales”, situaciones de sometimiento y maltrato. El machismo es considerado por muchos expertos como el principal impulsor del feminicidio en el país y un elemento nefasto que violenta e impide el goce pleno de los derechos.
La violencia machista es aquella que se ejerce mediante toda acción, u omisión,
dentro del marco de una relación desigual de poder, que de manera directa o
indirecta, tanto en el ámbito público como privado, afecta la vida, libertad,
dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, y por el
hecho de ser o sentirte como una mujer. (#NiUnaMenos, 2017)
Los expertos identifican manifestaciones machistas como la mayor o menor autoridad social, el cuestionamiento de las mujeres en puestos de responsabilidad, el acoso en el trabajo, las actitudes de dominio o el hostigamiento callejero, entre otros. (El Diario, 2015)
La cultura machista victimiza a las mujeres y las revictimiza con la culpa: «porque viajaba de noche», «porque viajaba sola», «porque fue a una fiesta». Siempre busca culpar a la mujer de lo que le ocurre, cuando en realidad tiene que haber un trabajo más profundo de análisis sociocultural (Clarín, 2016).
La pregunta es cómo podemos modificar la cultura de violencia que hemos naturalizado como parte de nuestra identidad social hacia una cultura de paz inclusiva para las niñas, jóvenes y mujeres mexicanas.
Pierre Bourdieu sostiene que en la sociedad hay una ley de conservación de la violencia: quienes tienen conductas violentas probablemente han sido víctimas de la violencia. Por lo tanto, si se quiere disminuir verdaderamente la violencia más visible –crímenes, robos, violaciones, atentados– es necesario intentar reducir la violencia invisible. (Bourdieu, 1998)
El nuevo enfoque de seguridad que se requiere va más allá de las múltiples formas de violencia y delincuencia. En la seguridad se juega no sólo la vida de la persona individual, sino igualmente de la sociedad y la ciudad. (UN HABITAT, 2009) La creación de paz tiene que ver, obviamente, con la reducción de la violencia (cura) y su evitación (prevención). (Galtung, 2003)
Galtung considera que cualquier forma de cultura de paz debe investigar y promover políticas contra la violencia en estos tres frentes, poniendo singular énfasis en el ámbito cultural. Para este autor, se trata de la primera figura del daño que hay que combatir. No es posible instituir formas sanas de convivencia social sin remover prejuicios y creencias falsas basadas en el menosprecio o en la absurda apelación a privilegios espurios, que en nuestro caso degrada y humilla a la mujer mexicana por el solo hecho de serlo. (Gamio, 2017)
Para poder evaluar la situación de seguridad en el contexto local así como las políticas necesarias para trabajar adecuadamente la construcción de una cultura de paz, es necesario plantearse una discusión amplia sobre la seguridad en todas sus dimensiones (pública, humana, urbana, ciudadana o privada, etc.).
La idea de construir una prospectiva que nos permita vivir de una manera más humana y sortear los conflictos propios de nuestra realidad pasa necesariamente por una reorganización de prioridades. En la actualidad, desplegar intervenciones para la construcción de la paz es igual de importante que reforzar las estrategias de seguridad nacional pues es el único camino viable para garantizar en el corto, mediano y largo plazo, el pleno desarrollo de las personas.
Para ello, es necesario redefinir el problema social de la violencia contra las mujeres pues en su mayoría las políticas públicas se enfocan en la protección de las mujeres como víctimas y en menor medida e intensidad, en trabajar con hombres como los principales generadores de la misma. Aunado a lo anterior, es indispensable trabajar desde el ámbito educativo para erradicar los estereotipos de género que reproducen la violencia machista en todos los ámbitos de convivencia y socialización. Finalmente, la sensibilización de las autoridades como garantes de los derechos puede generar resultados positivos desde el marco institucional que impacten en las relaciones sociales entre hombres y mujeres y ayuden a equilibrar la balanza.
Ante una realidad social que reclama libertad para el ejercicio de derechos, no podemos seguir naturalizando la violencia invisible como algo cotidiano e intrínseco de nuestro contexto. Todos y todas estamos llamados a construir un país seguro en el cual se pueda vivir plenamente de manera pacífica y sin miedos. Para ello, la reducción de la violencia desde cada uno de los hogares, de las escuelas, de los espacios de convivencia comunitaria y de las instituciones públicas y privadas, se vuelve una tarea de primer orden que requiere un nuevo pacto social que reconozca lo que muchas mujeres padecen y lo que muchos hombres generan, para entonces estar ante la oportunidad de construir una nueva cultura basada en el respeto, la igualdad y la fraternidad.
Referencia Bibliográficas
NiUnaMenos. (2017). Obtenido de http://niunamenos.com.ar/?page_id=28
Bourdieu, P. (1998). Capital cultural, escuela y espacio social. Esoaña: Siglo XXI Editores.
Clarín. (2016). Obtenido de https://entremujeres.clarin.com/entremujeres/genero/erika_guevara-rosas-generoviolencia_ de_genero-amnistia_internacional_0_ByUdb6OvXx.html
El diario. (2015). Obtenido de http://www.eldiario.es/sociedad/hombres-seguimosviendo- violencia-genero_0_419608538.html
El país. (2017). El país. Obtenido de Ser niña en México es un peligro.: http://elpais.com/elpais/2017/05/11/planeta_futuro/1494538134_537833.html
Galtung, J. (2003.). Paz por medios pacíficos. Bilbao: Gernika Gogoratuz.
Gamio, G. (2017). Apuntes sobre paz y violencia. Obtenido de http://gonzalogamio.blogspot.de/2009/06/johan-galtung-y-las-formas-de-violencia.html
García-Gonzalez, D. E. (2016). Reflexiones críticas sobre la violencia en México desde la injusticia: proyectar imaginativamente para construir la paz.
INMUJERES. (2011). Indicadores de violencia contra las mujeres. Obtenido en: http://estadistica.inmujeres.gob.mx/formas/index.php.
Innerarity, D. (2012). La transformacion de la politica. Obtenido de https://www.danielinnerarity.es/
Magallón. (2005). Fundación Seminario de Investigación para la Paz de Zaragoza. Obtenido de APROXIMACIÓN A UNA VISIÓN INTEGRAL SOBRE LA VIOLENCIA HACIA: http://www.seipaz.org/documentos/1MagallonViolenciaFeminismos.pdf
La Parra, D. (2003). Universidad de Alicante. Obtenido de Violencia estructural: una ilustración del concepto.: http://www.ugr.es/~fentrena/Violen.pdf
ONU. (2017). Crear espacios publicos seguros. Obtenido de ONU Mujeres: http://www.unwomen.org/es/what-we-do/ending-violence-against-women/creating-safepublic- spaces
Romano, C. (2017). Sustentabilidad y derechos humanos. Obtenido de • Romano,
Carolina. Sustentabilidad y derechos humanos. http://web.isanet.org/Web/Conferences/FLACSOISA%20BuenosAires%202014/Archive/ 715beeba-552b-448c-bf9d-bf67a889dd07.pdf
UN HABITAT. (2009). Guia para la prevencion local hacia politicas publicas de cohesion social y seguridad ciudadana. Chile: Programa de las Naciones Unidas para los asentamientos humanos (UN HABITAT).